tus silencios no me harían daño.
No te preguntaría la razón por la que callas,
ni obligaría a la noche a que ocultara mis lágrimas.
Si tuvieras el alma de cristal,
desentrañar tu mirada sería fácil.
Sabría de tu dolor,
del reproche silencioso que de entre tus labios escapa
y buscaría el lugar donde los besos descansan.
Si tuvieras el alma de cristal...
dejaría de intentar adivinarte..
Decisión unilateral, lo sé, y no me arrepiento.
Te dejaré partir tratando de apagar con una lágrima
mi corazón de fuego.
Te veré perder entre la niebla
de mi triste y frustrado sueño,
abrazando desoladamente
mi pasado para consolarlo
y mi futuro huérfano que queda sollozando.
No mires hacia atrás cuando vayas caminando
si no quieres convertirte en estatua de sal
¿para qué volver la cara a lo que no se pudo?